Habítate!!!!

Una vez que te decides a investigar qué puede estar pasando, vés preparándote para empezar a medirte con patrones de “normalidad”, estadísticas, porcentajes y probabilidades. Al empezar con todas las analíticas y pruebas, tu propio cuerpo, empieza a convertirse en una suma inacabable de elementos de nombres misteriosos, hormonas y acrónomimos imposibles de descifrar.

Ya has empezado… pues ala, a poner el brazo para que el pinchazo sea lo más rápido posible (yo tengo terror a las agujas), miras en dirección contraria a la jeringa, agradeces la buena predisposición de la enfermera para que no moleste mucho y empiezas a rezar para que todo ese listado que según parece es tu cuerpo esté dentro de la normalidad. Que no haya ningún desvío raro… y si lo hay, que exista algún remedio fácil que te puedan aplicar y listo! Seguro que existe la pastilla que lo va a arreglar todo.

Y este quizas fué uno de los momentos de mayor vulnerabilidad para mi. Cuando el resultado dice que te saliste de la estadísticas, por arriba o per debajo, que más da! Cuando tienes demasiada o demasiada poca de la hormona que sea ( y cómo se hará para producirla mejor!?!?), o cuando parece que el cuello del útero está un poquito más abombado de la cuenta…. En ese momento es cuando tus sueños empiezan a medirse en cachitos de probabilidades de éxito, o fracaso, y justo empieza a desmoronarse lo que siempre creíste que sería tu vida, pequeñas piedrecitas cayendo encima de tu confusión.

En este round empiezas a entomar golpes y algún gancho, y a pesar de la buena intención del mensajero, se va dibujando la sombra del defecto de fábrica, alguna tara, algo que no haces suficientemente bien, o simplemente no encontrar que es, que se esconde tan bien, algo tiene que ir mal. Al fin y al cabo siempre acabamos necesitando saber quién o qué es el culpable!

Ojalá en ese momento hubiera estado reconciliada con mi cuerpo, como lo estoy ahora. Ojalá hubiera estado orgullosa, como lo estoy ahora, de esta suma de células y bioquímica que increiblemente funciona con una mágica precisión y no se olvidan nunca de nada. Ojalá hubiera estado agradecida a mis mayores por haberme regalado este cuerpo sano y una genética envidiable. Pero no lo estaba, este proceso de reconciliación ha venido después.

Por eso ahora, cuando pierdo el norte, pongo las manos en triángulo encima de mi vientre, los pulgares tocándose bajo el ombligo y el resto de dedos dando calor a la zona ovárica. Y me gusta sentir el calorcito y la energía que viene de ahí, y con las yemas de los dedos notar la piel suave y sentir como se va fundiendo al contacto. Eso me recuerda que estoy viva, y la magia que esta sucediendo ahí. Triángulo shakti, triángulo de poder. Y a veces, dejo la mano izquierda ahí y muevo la mano derecha hacia la zona del corazón, y trato de sentir el latido y la conexión de estas dos zonas tan poderosas. Y ahí me siento y sé que todo esta bien.

https://youtu.be/Iy4gtPmgi

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